jueves, 28 de septiembre de 2017

Evocaciòn





Recuerdo la calle.
El viento que que traìa y abandonaba peces a cada segundo
en el pavimento.
El grito de la aurora en una hoja.

En ella la lucidez enmarcada siempre en una
pupila.
El embarcadero de sienes dirigiendose a las fabricas
donde las chimeneas esperan.
Donde las nervaduras de lo industrial aguardan
con una criatura de zinc en sus cabellos.
O el animal.
Quizà el animal en sus brazos escupiendo palabras
en una mañana de invierno en que
las cosas rotaban con su espìritu de mandarina hacia
los carbones.

Recuerdo la calle con un poco de decoro.
Los manantiales y maldiciones en ella siguen recorriendo
los pocos àrboles que la habitaban.
Los cimientos -que en ese entonces eran de yodo- hoy
duermen como recipientes de un mundo
donde lo atroz supliò a la
barbarie.

Asi nacieron los conjuntos.
Los fragmentos.

Las orbitas donde la sed sueña un crepùsculo de
manera femoral como lo hacen los huesos o la bacilica
es conquistada por un cuervo -creelo- de manera
amarilla.

De manera umbilical.

Màs no como lo hacen los sueños.








No hay comentarios:

Publicar un comentario