sábado, 23 de noviembre de 2013

Los Peces de Amapola







Me hace falta -como un pensador-
volver a un astro. Inspeccionarlo sin
ironìa: elegir aquel que se desnuda
entre otros.

Me pregunto si la realidad es un poco
màs lìrica.

La primera estrofa de este escrito es
todo el lirismo que poseo.

Pregunto si podrè desatarme del higado.

Si la belleza se dejarà tocar como escrùpulo
o remordimiento.

Yo, que carezco de peces y amapolas
al beber junto al geranio. Tal figura
es una contradicciòn en los hechos
-ello pienso-
pero de contusiòn en contusiòn llega
o aprende a manifestarse.

No lo hace como una fantasìa cubriendo
los pàramos.
Ni como una filosofìa que busca un truco
en los cantaros.
Es idèntica a una mimesis llena de arcos.
Al idòneo silencio del pino y el todo en
pleamar.
A metalùrgicos pedazos de cera.
A castigos de cràneos y 
formaciones de verdugos.

Brea y condiciòn de altura
siniestradas por equinoccios.
El voluptuoso frenesì arrobado
por festìnes de sabuesos y 
venus: el elfico arpòn 
sobre nosotros
como un verde
de ilimitada sincronìa
donde los objetos no nos hablan
de la naturaleza que anhelamos.

Sòlo nos ofrecen la visiòn de ella.



Guillermo Paredes Mattos

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