martes, 12 de noviembre de 2013

El Oráculo del Alabastro






Nadie conoce la linea que sobre la superficie
regresa a la arena: el moverse del aire entre
los templos del horóscopo. Nada está
escrito tanto como un oráculo.

Nada está tan asido a una piedra.

Ni escalamos el verdecer de esta casa
seguida por la huella, donde amontonamos
cosas proporcionales a lo divino, porque 
muy cerca olvidamos poner 
la postrera estela que 
da fín al
alabastro.

Para qué decimos tantos cometas...

Uno de ellos debió llegar a la orilla.
Quedar allí como un ejemplo de 
que el oceano se mira eternamente.
Un ejemplo absurdo en el fondo.
Al oceano no importan nuestras
palabras.
Sino aquellas que entre él y el destino
de tu espiritu descubres.
Develas.
Pones.

Y tù destino vuelve a encontrar su 
voluntad al elevarlas.



Guillermo Paredes

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