viernes, 29 de noviembre de 2013
El Camino del Diluvio
Había algo más que el lapso. No lo conocía.
Por las fuentes y fermentaciones llenaba
de orgías la conciencia.
Puedo moverme entre lo que hacía sin saber
con exactitud el universo de lo que
moría en ello. Puedo mover mi
espíritu sin saber.
No sentir las cenizas que deja su
imaginación en la carne para que pueda
arrastrarme, esa ceniza llamada intuicion;
ceniza que a veces es volcán
que rota y cunde.
Que ovaliza y va a los cementerios.
Llena de intestinos y profetas.
Leyendole el oracúlo al mal una noche
para vivir.
Que estampa y orina.
Lacrimógena y cierta como los amparos.
Insipida y terrible entre cicatrices de agua
donde sólo los liquidos bañan su secreto,
su control empirico de natalidad
y de necrofagos con que
cierta autoridad de eufemismo
somatiza.
Y sigue una estela aun después de
haber mirado en esa intuición.
Pero igual que ella sigue
el camino del diluvio.
Guillermo Paredes Mattos
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