Los Ejes Primordiales
Como la noche fuimos arrastrados.
Nuestro espìritu descolgàbase del ojo de dios
y esa poesìa buscaba inspiraciòn
desde nuestra mirada.
Nos acompañò el sonido de la sensibilidad
en el aire.
La tierra formada
en la superficie por la creaciòn
los templos donde el desvarìo elevò
su grito hasta el imperio de la supersticiòn
y contemplar asi su reino.
Semejante a la existencia
ese lugar de tembloroso pulso nos asediò
desde la aurora y ancestros
de pàjaros ofrecìan el sacrificio del vuelo
a los mas altos con ello.
Una de nuestras sombras fuè ese pàjaro.
Arrojada detras el cuerpo para que
jamàs sospecharamos de ella,
para nunca estar preparados ante su llegada.
Alguno la recibiò con una espina en las manos.
Otros la llevaban incrustada en el pecho.
Es todo lo que pueden ofrecer a su propia vida
algunos hombres.
Repetimos lo que otros en una primavera
y sellamos nuestras palabras con
letras de granito.
Nos acercamos a lo hosco, duro
a esa clàsica noche
cerebral y mediterranea como
la hegemonìa de un àngel
perdido en una torre.
Un àngel meditabundo.
Elevàndose al mar cada noche
desde otro pensamiento.
Ese fue el trato con sus ejes primordiales.
Esa fuè la cuchara.
Y esa criatura rotò soberanamente
en su eje.
Catapultado por lo divino, pues sòlo
tocando su fuego se llega a los hombres
y tambièn se los olvida.
Bañado por transparentes dirigibles
de entrañas
sobre el hemisferio.
Para que alguien al rozar su mirada
en las fauces del cielo.
Jamàs pudieran hallarlos.
Guillermo Isaac Paredes Mattos.
sábado, 10 de abril de 2010
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