sábado, 24 de abril de 2010

Deseo e Inmensidad

El deseo y la Inmensidad



dedicado a Paola Garay


No hay inmensidad por màs secreta que sea
buscando lìmites de oxigeno y gnosticas auras.

Y yo conozco el dìa gnostico de mis cabellos.

Conozco el lugar del corazòn en medio
de la lluvia, etiquetado por niños y rocìos.

Lleno de morgues como la apariencia.

No existe el deseo, sus avenidas llenan
un margen, un policia de verde en las làmparas
buscando en lo màs ardiente su poesìa.

No hay inmensidad, somos muy pocos
y a travès de las agujas no vibra el desierto.

Somos como un oropel, un pezòn mordido por el aire,
mi imaginaciòn me lleva a uno en la infancia.

No logramos escribir si en medio de la luz
que miramos, se ahoga una sombra.

Pero dejala en su canto ahora que la nieve
forma santiarios, sacrificios
donde paredes nihilistas
ofrecen su anarquìa.

Su paredon de barro. Su pupila de homicida.

Y

Yo tengo miedo a los barcos, porque
atraviesan el oceano.

Soy presa del pànico en cada paso de la noche.

Tanto azul en el cielo no es sòlo poetica.

Yo tengo miedo a vivir, de eso estoy seguro
como de una aurora tensada por los astros
aquellos que se aferran aùn al universo.

Tengo miedo, es el principio de una sabidurìa
que -como siempre- no conoce nada.

Y -valga la providencia de esta redundancia-
tengo un miedo profètico
como ahora.

Cuando entre dos seres termina para empezar
otro poema.




Guillermo Isaac paredes Mattos.

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