viernes, 30 de abril de 2010

Los Bosques de la Imaginaciòn

Los Bosques de la Imaginaciòn



En cada àrbol la rama es velero, una ciudad
de ventanas raìdos por invisibles tercetos,
estos imitan escuadras de tinieblas.

La lìrica es atroz y juega en las cùpulas
con una nave de sangre formada sin ciencia
en el barro fantàstico de las auroras.

Tejen bàcilos su cabellera de advientos
sus adioses de radas lejos del estuario
donde el ser anduvo buscando al hombre.

Existencas de ocasos dan letanìas y lumbres
de cavernas con el sòl despertando un dìa
bailando en la maldiciòn de la noche.

Pero la noche es pura como un eje entrenado
educado por sistoles cuajadas en la brea
de un otoño ocultando su crimen al invierno.

En cada àrbol los bosques ensamblan mediocres
especulaciones de agua balanceadas por iris
de luces y tronos ebrios de academias.

Luciernagas enfermas son devoradas por retos
descubriendo el insomnio debajo de una puerta
un ciclo de polillas desde el hado llega a ellas.

Los tropicos unen sus alas desgraciadas, temores
y funerales inician la edificaciòn del espejo
y dos momjes perversos inclinan sus auras.

Alarmas de gritos y posturas de ciegos, detallan
la espuma hambrienta del dedo. Un hombro ahora
es condenado junto al imperio de la memoria.

Y memorizan los nombres el dìa y su mirada,
aquel que no vacilò en el incesto de la palabra
en el eter dorado de su mortal imperio.

En todo àrbol, el desasimiento deja su poema
su cementerio pudriendose en la flor, ni cortes
ni lineas de sal hay cuando todo se abandona.

Y estamos solos con semàforos y làgrimas
que prefieren caer hacia adentro. Ya no
es una historia la que llevan las venas.

Y ese dolor tan profundo. Menguante ardiente
donde se sientan a soñar gritos de sacerdotes
la liturgia sòlo cae desde la imaginaciòn a la sepia.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

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