jueves, 15 de abril de 2010

En el Inicio

En el inicio



En el inicio de la especulaciòn hubo un rìo.

A su lado los tremantes eran desconocidos, casi
un ala de dios en la arena.

Cuando el mar y su cirugìa la recogen.

En ese tiempo miraba.

Miraba los crisoles anunciando templos de madera
en las venas, un sol artistico confundido
en los nombres de apolo.

Pero esa especulaciòn asumìa llamas, pedazos
de filos porque quien mira tarde o temprano
cae entre los sepulcros hecho hado,
pedazo de mito, etiqueta de aura.

Y dije mi nombre para sepultar la armonìa, la escencia
del metabolismo y el cobre.

Leguè a esa herencia, donde la pubertad abre
un vientre completo, adorado por la insinuaciòn
que la inteligencia acribilla en el barro
teñida de intelencia.

Quièn creerìa en ese pudor tecnologìa.

En esa fàbrica de niños subterraneos.

Niños infames, cubiertos por erizos
y flotas de electricidad.

Vacilantes en el horario de quien yerra
en las manos con una negra ventana.

Pero en el inicio de la especulaciòn hubo un rìo.

Un snobismo llenando su mente de objetos.

Tan sòlo llenandola.

Yo sè que todo conocimiento debe ir al suicidio
igual que el hombre para conocerse.

Existen suicidios de petalos.

De pistilos.

Suicidios como el ser en la palabra del hombre.

Un inicio, siempre un inicio de seres espìrituales
abofeteados por la penumbra.



Guillermo Isaac paredes mattos.

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