La Nave Encarnizada
La palabra se abre.
De acuerdo a ello pienso que el universo es diferente.
Que sus huellas forman esa inspiraciòn espantada
por el brillo
con el cual todo lenguaje la corona.
En estas evidencias de metal.
En los astrolabios de mi religiòn gamada
ante la aurora, contemplo
telescopios que
sobriamente envenenan
los ancestros y descendientes
de su vibrar, su grito epistolar
entre anaqueles
y laminas, llenando alientos
de vidriosos escolios,
donde el aura convierte breas en martires
como un ciclo de violines nocturnos
anhelando una flauta.
Y en esas armònicas demacradas.
En ese sonido manifestando su derecho
a la piedra
un estilo sin retorno se abre.
Simultaneamente en las calles
los niños corren dogmàticos
detras de las estrellas.
Los miro.
No queda mas examen cuando la cresta
descuelga mis manos.
No queda màs disturbios
cuando el ser de la palabra
abre sus entrañas.
Y a donde quiera que vaya
el poema es el trance
de una nave encarnizada.
Guillermo Isaac Mattos.
jueves, 8 de abril de 2010
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