martes, 25 de julio de 2017
Transformaciòn de la Arena
Sobre la estaciòn siempre hubo una corola.
Dormìa en secreto rodeada de acorazados.
Caminaba hacia el mar con una raìz en sus manos.
Regueros y racimos la escoltaban.
Tal corola crecìa un atardecer en que el ocaso
dejado atràs el meridiano y ello parecìa alcanzar
el significado de las cosas.
Luego surgiò el lenguaje en esas cosas.
Los proboscidos y una que otro rostro amarillo en las
ojeras. Justo donde eran colgadas las bandadas.
Y los heliotropos -como casi siempre- eran
de carne.
Sobre la estaciòn.
Es decir las huellas que forman en silencio los pasos
mientras el sol es de hule.
Y las cabañas son proporcionales a los adioses.
A las enzimas.
A los juguetes que parten hacia la sed con una
red de lipidos.
De industriales veleros como los que muerde
por la noche un niño en su boca.
En esa estaciòn que prefigura volumenes de piel
en la arena.
En los medanos donde las estalactitas duermen
en un profundo sueño compuesto por la eternidad y
los faroles.
Por las linternas.
Por las fotosintesis.
Y uno de los pliegues de luz que rozan bajo un
menguante la arena.
Un segundo antes que el hombre la transforme en
acrilico.
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