miércoles, 12 de julio de 2017

Clepsidras





Todo escrito recorre una vaina.
Una nervadura donde los hilos exhiben voluptuosos
espirales.
Vortices de nudos iguales a un sistema planetario
hecho de oxigeno y radicales esquemas.
Allì el vidrio comulga con el sueño y las imagenes que
despiertan como reencarnaciones; es el momento
en que todo objeto poètico es envuelto
por una tradiciòn.

Una tradiciòn ata iglues y fogatas.
Forma superficies en alguna de sus intuiciones con
las cuales suele llegar a la aurora.

-es lo que diariament hago, es lo que tambièn
hicieron mis antepasados-

Escoltas de esquimales basados en la alquimia.
Los nombres -hasta cierto punto- son 
preàmbulos y presagios en ella.
Los nombres presentan mandibulas y sienes.
Hipodromos y cuando no, sòlo nomades 
destellos.

Dìas semejantes a los lìmites y tròpicos
en una asonada de hierba.
Dìas contrastando con los relojes.
Con los estuarios donde lo reciproco desnuda
un juguete. 
Un sol de arena en el rostro.
Una cavidad con muchedumbres azules en una
de sus grietas.
Nadie sabe còmo llegaron a ellas.

Todo escrito recorre una vida.
Un universo de aceite antes de llegar a las 
dimensiones del tiempo en el mar. 

Aquellas enclavadas siempre en las crestas
de las olas.

-siempre en las olas-

Cada uno de nosotros puede comprobarlo
por las clepsidras que se agitan en ellas.











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