jueves, 27 de julio de 2017

Llegada al Eter





Como un conjunto de aceite o pieles en un desembarco.
Como una realidad de espejos sobre lo hiàlino.
Entre los obuses y el sol invadido por repelentes.
En la habitaciòn contigua a los plexos donde calzan 
las fronteras un tiempo de aluminio.
Una hoja que regresa de enigmaticos surcos.
Una cascara descartada por un horizonte de nieve
y girasoles embalados en la nervadura de 
un heliotropo.
De navegantes que hablan y miran nihilismos.
Por expediciones de tijeras que asumen un hombro.
El nombre de una raìz en la hierba.
O el azulado sino de un crater empujado hacia los
tallos.

Como una estructura izada por los platanos.
Casi un pronostico cientifico de la realidad en los gremios.
En los pasillos culturales de una lechuza con increibles
cronicas de agujas. Con sorprendentes orbitas de
carne ante todos los hormigueros del mundo.
Igual a una performance de bronce en los idolos.
En el interior de las iguanas o lo indomito vestido de
fragata o cuchillo esta mañana. Dorado en el empeine.
Misterioso en un inutil torneo de alabardas.
Allì la escarcha devora un silencio.

Igual a un precipicio. A una luna en alta mar.
A un peritoneo de apariencias y mascaras como en el
principio cuando las religiones partìan de los mitos.
O las bengalas. O los cuerpos religados en
una mancuerna llena de prosodicos titanes. Ebria
de limbos o yescas como las que se derraman
de los higos entre las sienes.

Como en un conjunto de pieles y adoquines.
En los nombres de los relieves y volcanes.

Asi es como regresamos al eter, a las siluetas
de los lampos.

Despues de haber atravesado la realidad.






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