sábado, 1 de julio de 2017

La Piedra y la Mariposa





La piedra estuvo siempre acompañada de mariposas.
No es ninguna novedad si observamos el mundo desde una
amapola o los episodios de los hematomas.
De una luna buscando inutilmente constelaciones entre
la sangre.
De un mamifero acuñando polos en un adjetivo de madera.
Allì donde se extrapolan relieves y todo emanar
es desfigurado por los eclipses.
No es novedad alguna para aquellos que se derraman
entre la lògica como un nomade producto de 
las utopìas.

Rieles con olimpicos atlas recorriendo el reverso
del trigo. Espirales sobre una conformaciòn de fragmentos
a base de auroras y esquimales.

Volumenes de sol en un radio que citando a las
inclinaciones simulaba el arqueo del futuro en un àrbol.

El presente hecho de raices para las vertebras
de una sinagoga. Un sextante en esas sinagogas rozando
la inocencia del agua dormida en el espìritu del
eter.

La piedra estuvo siempre.
Eso puede afirmarse por una linea de mariposas entre
la nieve. 
Por la ilusiòn del graznido en un gorjeo.
Por los alrededores de las cupulas donde el insomnio
tallaba un rostro de pez en el aura.

Especimenes de hierro igual que performances 
de aluminio.

Traficos con los planetas antes de llegar a un ancla.
El vacìo y las sombras hechos de misticas alabardas y en una
honda el pliegue en el vuelo de una gaviota buscando una
peninsula en el oxigeno.

Donde sus pulmones pudieran descansar.














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