miércoles, 8 de febrero de 2017
Presagio
Tù conoces el agua.
El sonido del viento sobre su superficie evoca
aquel que llega de los antepasados.
-en realidad sòlo lo reproduce-
Sabes del lugar donde empieza la luna; siempre
el lugar fue un solido; detràs de èl se encontraban
errantes los paisajes.
Tù conoces el agua, el pètalo que no tuviste que
despertar ni abrir para que pueda convertirse en flor.
El vuelo que transgredìa y que en otras ocasiones
alcanzò la transfiguraciòn.
-la lechuza en los màstiles se pregunta -al igual
que cada ser sobre la tierra- què es la transfiguraciòn-
Tambièn conoces el vacìo.
Està completo las tiendas y en los ritos comerciales.
Habla del ozono y del zinc tanto como de las tijeras.
Evalua la interpretaciòn exacta de la palabra dragaminas
para poder llegar a una casa.
Debajo del agua y de ese vaciò descansa la armonìa.
Es un fragmento de leche arrancado al pico de las gaviotas.
Es un verbo incontrastable en el sur apilado por lo
fabuloso. Es la marcha de una exegesis, que posee
-desgraciadamente- un contenido literal
igual que las banderas.
Cada una de esas cosas descienden de una grieta.
De una paradoja azul en el pelo.
Tù conoces el agua.
La melena dorandose entre los prefijos.
El cielo negro sin rangos.
El pretil donde la humanidad empieza a idear formando màs
de una orilla entre sus maleficios.
Un instante antes de que alguno de ellos sea alcanzado
por el presagio.
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