martes, 21 de febrero de 2017
La Creaciòn del Arbol
Un pensamiento nace del diluvio.
De la soledad del albedrìo al alcanzar un idioma.
De esa misma soledad reflejando algo convexo en las palabras.
En las silabas que recientemente son creadas por
una edad muy tipica del pleistoceno o las
creencias multiplicandose en el
amanecer del corazòn de
una brujula.
Un pensamiento nace del diluvio.
En ocasiones de la supersticiòn.
Roza una gota de iris an tes de herir el agua.
Empuja a los sobrevivientes hacia los candelabros; en estos
se esconden ciertas huellas. Determinados lampos.
Lucidas fronteras que tocan el mar de otra forma.
Un pensamiento o es lo mismo que escribir en un yelmo.
Mientras los sacerdotes indican las coronas en las puntas de las llamaradas.
Mientras las bacilicas recogen de un cefiro diminutas santabarbaras.
Y en los archipièlagos hay voces de pièlagos irredentos.
De vocales al final de las colas en los pàjaros.
De idiomas que terminan en la arena construyendo arañas
como la resaca.
Terminos de cabelleras iguales a
un exodo. A una flor que fotografìa una campiña por la tarde,
entre panteras de agua que vuelven al barro
recordando el vilo de la gravedad
en alguno de sus navìos.
Mientras tanto debajo de la tierra se siguen uniendo miles
de raices.
Para crear un àrbol.
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