viernes, 10 de febrero de 2017

Cada Cien Años





Cada cien años hay un oleaje.
Una carta de madera que roza los àrboles.
Una ciudad con idiomas de nueces.

Cada cien años mientras dejas crecer un candil.
O el sueño de una linterna en los opusculos de la
tierra. Allì silabas como las que cruzan
la nieve de noche son citadas
por la materia.

Y en ese oleaje el añil.
En esa carta de madera el sonido de un pàjaro.
En esa ciudad de aspavientos una melodìa
de satiros removiendo las entrañas 
de la gravedad, de manera particualmente
pequeña.

Cada cien años dejando crecer un candil 
en la arena. En los puertos de zinc.
En esa carta de madera con sonidos de 
pàjaros Con aspavientos que inundan sus
idolatrìas con un reguero de satiros.
Con antepasados de hienas
en las ramas.

En los eventos del agua y de las superficies.

Antes que el mitòn descuelgue una boina
de las uvas.

Y esa imagen me conduzca nada màs 
que a un racimo.







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