lunes, 27 de febrero de 2017

La Hipèrbole Roja






Algunos seres conocen de que estàn compuestos los 
collares. Los vientos y sortijas que atraviesan el puñal.
Los idearios de acido en las entrañas del mercurio.

Otros oprimen con desesperaciòn una arista con la
mirada. Un àngulo donde los relojes duermen debajo
de los puentes, llenos de husares y hojas secas.

Se encuentran las galaxias.
Una previa al infinito. Un lenguaje coloquial que no
lo es tanto ya que siempre està rodeado de mareas; entre
la espuma de tales mareas vibran las sìlabas.
Allì la hiperbole es roja.

Algunos seres se dedican a recoger linternas.
A regar las superficies de fosforo.
A encontrar entre la desfallecencia algo tragico como
el supuesto de un buho carcomiendo el pulso; eso
segùn la magia tiene un propio descenlace.
Y està ligado a lo esotèrico.

Nùmeros amarillos de presas cruzan los abalorios.
Las cupulas donde la edad vuelve a la lucidez pero sòlo
un instante intentando sobornar un ritual en el tallo.

Conjuntos de nieve sobre una luciernaga de arcilla
comparandose con los tantos elementos del hambre
rodeando los paises con flautas ingenuas.

Dormitorios de acido donde el aguila cierra sus ojos
buscando esa luz que pertecece a la oscuridad, es una 
oscuridad propicia para el humo de ningùn estandarte.

Tomos de sonidos y platanos. Bolicheras y puntos
cardinales de algo boreal y maritimo en la inercia de
un circulo. De un pensamiento que duerme en
una botella llena de embajadas y esquirlas
separadas por liquenes de granizo.

Rasgos de un sintetico leòn rasgando la intuiciòn
de ese horizonte recolectado por las sienes
para intentar alcanzar fenòmenos como el alba.

Como el principio de un mediodìa en las bocinas.

Intentando conjugar en una palabras las dimensiones
de los rascacielos

desfigurados en los vidrios de sus ventanas por 
los pelicanos.








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