sábado, 18 de febrero de 2017

Eternidad





Alguien lanzò una pregunta al aire.L
pregunta estaba llena de hogueras. De barcos
que crean sus remolinos sòlo por la tarde.
Cuando el pensamiento parece màs antiguo que
los relojes.

Dìas de escamas con un aleta de acrilico en sus
parpados. Dìas llenos de juguetes en el circulo de un
horizonte buscando el lugar del latido de los hombres 
para crearlos.

Noches contrarias a esos dìas en los resortes de
los teleferericos, con notas somàticas de hambre y colores
de un extenso ayuno en la piel o en alguno de los
recortes metafìsicos de los picos, cuando
todo en apariencia lleva el significado de un pàjaro
que en el vuelo lo ùltimo que podrìa hacer
es cubrir sus alas.

Nombres que nuevamente son lejanos.
Que llegan de la ortografìa de un mundo donde
las dimensiones conocìan la existencia del ala y el caballo.
Del àrbol o el rosado jinete en la conciencia de
una mandarina.

Alguien esbozò una pregunta.
Una interrogante semejante al suelo o el trigo.
En ellas las cascaras volvìan a ser hipnotizadas por 
las cenizas y en las encrucijadas de los cabellos
habìa otro pièlago.

La pregunta viajò pòr los peines.
Rozò la trascendencia en las alas de una abeja.
Completo su llegada a lo toxico con un planeta que
en ciertas ocasiones planteò la existencia de 
una monologìa de sangre en el jardìn y
desfigurò un astro antes que se elevara de la tierra.

Claro està que ningùn astro se eleva de la tierra.
Lo ùnico que hace es dar vueltas sobre el m undo
hasta descubrir una peninsula.

Y creer inutilmente.
-sobre todo inutilmente-
Que en los menguantes de esa peninsula se encuentra
aquello llamado eternidad.







No hay comentarios:

Publicar un comentario