martes, 28 de febrero de 2017

Llegada a un Eclipse





Posiblemente el mar con una lengua sea un origen.
La historia de una cola sumergida en el agua quizà otro.
La llegada a una forma o un plantigrado, una màs
que crece en las selvas; selvas llenas de lipidos
y tenedores.

Probablemente en los cofres
despierta el silencio exotico de un trance
encerrado en la madera. Yo sòlo puedo
imaginarlo. Yo sòlo puedo rozar los troncos con
una elegìa de arena.

Y en las cartas el deseo de un manantial prefigurando
una jornada de sueño en el olivo
o en los carruajes dorados de una rafaga erguida en una 
lupa.

Tal vez la existencia de quien trota.
El ejercicio de la sed en una cabellera. 
Las peninsulas donde el hambre crece semejante a 
una dimensiòn conducida por una idea
en el interior de una flauta
oprimida por nebulosas de jarabes y datos
de polvo.

Posiblemente una herida central.
Un jabalì que roe todos los aposentos de la tierra.
Un hipotalamo corriendo por la playa igual que un niño
que descubre por primera vez la arena.

Y en las calles los baules 
con redadas identicas a una cresta.

En las calles el reloj en el corazòn del martillo
recorriendo la invisibilidad de las apariencias.

De un lenguaje terrestre en las intemperies donde
las cofradìas agitan sus venas en el pavimento.

Y lo haràn eternamente.

Tarde o temprano alcanzaràn los eclipses.










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