domingo, 19 de febrero de 2017
Constelaciones
Es cierto. La luna en el color no es màs que una marea.
Y las imagenes que despide la orilla en el horizonte
escenifican los simulacros de un verano que
roza el acrilico.
Es cierto. Escencial hasta la llegada de una botella
en que las manchas no sòlo son de vidrio y una naturaleza como el
sueño identifica en el rigor de una herradura sus planos.
Manantiales de barro sobre el fragmento de un arpa
separandose de los hechos en una palabra,
separandose tambièn del verbo en esa palabra,
esparcida por un cefiro dotado de leñas y patrimonios.
Estaciones que vivieron en la diversidad del
sodio bajo en un horizonte de huesos. En una primavera
de daguerrotipos traficando con el dìa. Con el rayo de agua en
el enves. Con ese diario de cartòn donde giran las dunas
en la memoria con una versatilidad dorada como
el plastico.
Es cierto.
Es verdad en los conjuntos de hipopotamos que
son alimentados por los peciolos de matemàticas.
En la astrologìa de un flolklor con picos.
En el rasgueo del nervio en una fosa descomunal como
la vida. Como la existencia con un
menguante de platano raspando algùn origen del
tallo. Algùn aceite.
Lo confirman las notas del mercurio en las venas de
un ala. Lo preludian las gondolas con un
tatuaje de tè en un planeta asiatico.
Lleno de aminoacidos y nucleos.
Lleno de cuchillos incrustandose en los cromosomas.
Es cierto
Hasta que las lechuzas puedan morder en los ojos
sus propias constelaciones.
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