jueves, 9 de diciembre de 2010

Preludio del Anhelo

El mar seguía creciendo dentro de un caballo
y arrojaba espuma.

Nosotros los que habíamos sido arrojados
a la existencia, buscábamos en ella esa vida
que nos devolviera al punto donde las líneas
no se forman.

Y es ambiguo el deseo.
Anagógico el canto de la voluptuosidad
la melodía ardiente del misterio
sobre una sombra
y la efigie deformada de una pirámide
sobre la carne, entre los esqueletos
el cadaver del jardín
atraviesa la pulcritud de esa lampara
para poder mirarlo
y adquirir según el reflejo
el orden vacío para vivir
para seguir escupiendo a las cupulas
y los minerales.

El oceano crecía, resumía estuarios
desprendía albuferas, alguien
desde el candor repelía estrellas
y mitologías anhelando la corona
del ambar.

El preludio de lo tranparente. Ese preludio
lo anhelaba.

Pero sin haber conocido el deseo
que se arrastra como un cisne antes
de su forma, desde su visión
sólo se le era concedido el anhelo.





Guillermo Isaac paredes mattos

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