En los origenes los libros caminaban
entre pestes.
Palabras y pàginas terminaban donde los
dioses nacìan.
Como la belleza eran ignorados y giraban
en el grito como lo hace el sonido
en la boca.
Las serpientes buscaban un nombre para
los porticos
y entre altisonantes dosajes
la lumbre era dosis
de un velero alejandose
lentamente
a los muelles.
La belleza afirmaba en las nubes
que los ciclos duermen
en roces lunares
y el instinto
dominaba el arte del rito
caminando
a su mitologìa.
Y el pubis de toda mitologìa
es el misterio.
Allì tambièn duermen
las manos.
Guillermo Isaac paredes Mattos
viernes, 17 de diciembre de 2010
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