El día es de naves y anclas.
Cuenta hojas como si enumerara visiones.
Su mirada es símbolo.
Sus ojos son ruinas famosas
examinadas por el agua.
Su interpretación del aire es homicida
Su repercusión de ángel no representa más
que una caída
llevada a cabo por funerales de musgo.
Piensa como un dispositivo.
Reflexiona y al hacerlo da paso a
una entrada donde el ayer
se desdice.
Y desdecido el hecho que cruza mi casa.
Desdecimiento el estado donde moran
sus sonidos.
Y declama con polea de rosa su más
amargo hialino.
Asi describe un tridente que no aguardaba.
Y su último adjetivo
se convierte en símbolo.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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