Desde el mar se oye la naturaleza como un
lugar abandonado.
En èl descubro un espìritu perdido
en la inmensidad de mi carne.
En èl se desvanece la iridiscencia
luminosa de un encantamiento
donde el amor es una calle
donde empieza la locura.
Yo estoy lleno de calles.
Fuì alumbrado en cada despertar
por esa luz predestinada al aire,
a la treta, al equinoccio de una mucosa,
allì el ser ondulaba como un esmalte
de ira en la boca.
Unos piensan que se trata del beso.
Unos piensan que despuès del hombre no
existe sino retratos para toda ocasiòn
y el arte es un libro
donde las sienes comparecen.
Yo estoy lleno de perfiles.
De buhardillas y patios donde me sentè
para alejarme del mundo.
Sòlo asi se hizo mìo.
Sòlo asi nos oimos como dos amantes
al filo del sacrificio
aguardando el viento que los empujara
al abismo.
Pero dijele a ese abismo que no
habìa necesidad de ser empujado.
Siempre estoy desvaneciendome.
He vivido cada uno de mis dìas cayendo
y si la inteligencia atravesò
esa caida
lo hizo para mostrarme
que podìa hacerlo acompañado de
la lucidez.
Y para terminar.
Repito algo afirmado ya en una estrofa.
El amor es una calle donde
empieza la locura.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
lunes, 20 de diciembre de 2010
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