El ser de la palabra es una noche
muy pequeña.
Un volumen de piedras sobre la arena.
Las orillas del algo.
Toda vida palidece ante ese conocimiento.
Toda vida vuelve al vacìo para reconocer el canto perdido
de la aurora suicidandose ante la llegada
del hombre.
Y desde el infinito ese ser busca astromelias
que cierren la noche.
Desordenados lùmenes de isis
cuelgan su espera.
Sus copas.
Nuestros lìmites enarbolan ante èl
aullidos de làtigos.
Augurios de otros testigos, un testimonio
que ampare nuestra faràndula de nieve
rondando su lìrico homicida.
El ser de la palabra es inercia
con fonèticas de cadaveres.
La palabra ante èl asciende como un pubis
buscando sus ojos.
Sus oboes de sangre devorando mesias.
Sus venganzas de
crines.
Ese desprecio donde el deseo es inmortal como
el hastio.
El ser de la palabra.
La palabra del ser.
Ambas cosas son hados decapitados.
Y el hombre es su derrota.
Guillermo Isaac Paredes Mattos.
viernes, 31 de diciembre de 2010
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