viernes, 31 de diciembre de 2010

Abajo de un Pergamino

Para los pergaminos hay historias ocultas, aquellas
que escriben debajo y encima de la sepia, trastocando y llenando
el universo de martillos. Aquellas.

De providencias como la hoja seca. De una divinidad
procesando la mejilla y el parpado, de una noche
que nunca contò en mis sienes, la caida del pensamiento.

Y siempre estoy hablando de caidas.
Serà que asi uno puede volver a esa experiencia
donde esto que llevamos como un cuerpo se levanta
y asume la gravedad y la inercia
para sentir el viento, para acariciar una mantis
para construir imagenes o destruirlas
con la magia que no hay en la magia.

Para los pergaminos existe un hombre desprovisto de agua,
sobrepasado a cada momento por los limites
incluso cuando se mira la distancia, el infinito
y su lenguaje nos dicen que en ellos
sòlo sensualiza el limite
su hoguera de providencia.

Sì, yo sè que han muerto en mis manos los vivos,
que no hay una sola palabra que pueda cruzar con alguien,
una que lleve mi corazòn a otra parte,
por eso la creaciòn dejò la soledad en alguno que otro desayuno,
al lado de la alfombra,
temblorosa en el buho o la postrera mano
de una cupula, tan ceremoniosa, tan dispuesta a nombres
de sobrevivientes o celulas,
màs aùn cuando esconden su color en manticas de carne.

Pera. Uno deberìa no asumir mas que nada. Alguien no
deberia involucrarse sino con las sombras.
Yo aprendì mas de los espectros, fuì iluminado sòlo
por fantasmas, ese es el ùnico testimonio
que puedo dar a mi gemelo,
de pronto èl significa tambièn un cuchillo,
pero es agradable pertenecer a esos rìos
que en su memoria
sòlo fueron bañados por las venas.

Y no nos engañemos, no hay objeto ni ser en el universo,
que no haya abierto una noche las suyas.



Guillermo Isaac paredes mattos

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