jueves, 16 de enero de 2014

Telemetría de los Craneos







Una alambrada de sudor
funcionando en telemetrícos segmentos.

En horas funiculares.

Saturno despierta su paseo de plaga
donde el chacal queda arrebolado
evocando una higuera.

- nadie ha conjurado atardeceres, pero sí sudores-


Un silencio devorado por los latigos
va convirtiéndose en soledad a la par que
el trueno derrama la prontitud de una estela
por tocar un ejemplo de dios
mientras circulan aparatosas obras:
el ejemplo es providencial
según las escamas.


La flor es un cartón ahora que ese silencio
es devorado sin azogue.

Pensamos que es el látigo y no el sudor quien
abre heridas.

Pensamos en el agua de la fuente
donde alquilamos pedazos de brocales
y algoritmos.

Recordamos la paciencia de una herida
para reconocernos.

Y desde el más hermoso desencanto, 
alcanzarnos.

Ello impregna el sudor para terminar de
reconocernos.

Su economía de peste ascendiendo por
los predicados y la unión de sus sombras
a la cual el poema sólo puede girar
su craneo para verlo.

Sólo entonces podemos tocar su
cabeza.




Guillermo paredes mattos




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