viernes, 10 de enero de 2014

La Alquimia de la Lejanìa





Nunca he conquistado un libro
como todos.

No fue amplia mi cabellera de 
oxigeno como el torrente.

No tuve caparazòn de lampo
en el vidrio: serìa mi equilibrio.

Lleguè al oceano con
intenciones verbales.

Intentè beber una ceniza,
un pasadizo
como lo hacen los parpados.

Cavernas y galerìas: alimentadas
por pergerinaciones
semejaban mis labios.

Los sentidos cuadraplejicos
del orden que conocì.

Lo aureo y la avutarda.

El milimetro del cipres
entre amuletos que sueñan.

Una mancha lògica y crepùscular
entre peninsulas de dibujos.

La hoja, el eco de la naturaleza
en el vacìo,
mis alimentos de pintura y carne.

-como una mitosis de anafases-

No fuì proporcional a un mundo.


Sòlo tectònico, dìa tras plaza
o lenguaje tras patio me hice tectònico,
abecedariamente lengua
visualmente àngulo
donde ya no podemos sorprendernos
de la vida.

Y entonces volvemos a la poesìa
de las runas en los hombres.

Y dormimos ante èl
aguardando que al despertar haya
llegado mas lejos.




Guillermo paredes mattos

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