miércoles, 8 de enero de 2014
Suicidio de la Providencia
No puedo recorrer la intensidad, debo ser
tanto o màs que el instante- uno nativo-
para ello.
-Dialecticamente hay que convencerse
de lineas aborigenes
muy antes de que la linea creara
su leyenda, como lo hace un sinòptico-
Debo existir, como aquello que
se escudriña con el gong de un silencio
aconteciendo en el dònde y sus
palacios.
Debo existir solamente con
tremantes que digan rajatablas.
Pienso en telefèricos
-siempre en lo hialino-
modernos y sin equipajes
untados por el hierro.
Pensè los medallones como todo
lo que puede reflexionarse, lo hice sòlo una vez
y luego sentè esa reflexiòn en un jiròn,
la veo funcionar a medida que los tornasoles
dan al cielo la capacidad del embrujo.
La capacidad del embrujo...
Como si mi espìritu pudiera escribir
en el acto donde cae
sobre la realidad
desenvolvièndose indòmitamente cual maleficio.
En ese acto donde la providencia y no
el hombre se suicida.
Guillermo paredes mattos
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