martes, 14 de enero de 2014

Superficies Lunares







La noche lanza una idea y no porque
la reflexiòn la haya compuesto.

El piso de la luna conmemora una 
efigie: la sal de redadas y relentes: el
universo sinològico de los globulos.

Una noche: en ella decimos nocturnidad
desde un puente.

Ensenadas extrañas vuelven como
un niño a la memoria; en ella
las aletas, los frutos y sintesis.

Una idea se ilumina, lanzada por
la noche: nocturnidades de cera
nacen entre sus superficies: lluvias
de helices profundamente como
la hiel y entonces el torpor, 
la bocanada entre lo religioso,
con un sentido de fauno incendiado
por una piràmide.


Pero la noche luce su polea y lanza 
nuevamente una idea.
Un juramento posiblemente inocente.
La respiraciòn con la que reclama
serpientes en la mirra
de un verano: donde
con partes de ofidios y amaneceres
sin ninguna razòn
buscamos la postrera svastica que 
sella el terciopelo.

Y este intenta arrancar el canto a una
idea.

Errante entre superficies lunares.




Guillermo paredes mattos

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