domingo, 19 de enero de 2014

Lacustre







Como el infinito.
Allì la inmensidad no traza lìmites: es
infinitamente como suceden las cosas.
Y aunque lo ùltimo sea caracter de lo infinito
-tambièn conjugaciòn u otra cosa-
no es algo que escribase por que mi
boca lo quiera. Mi boca por regla està llena de saliva
y es algo que no puede suturarse.
Se necesitan muchas cirugìas para vivir, eso lo vì hoy
como ayer, es un antemano sin necesidad
de la vida o los ornamentos. Una mayolica
con velocidad de juicio escorando en
las piedras donde los buhos baten
su juramento y lo hacen fielmente a una pua.
A una incrustraciòn.
A ese lustre de alga que pueda declinarse
o transgredirse.
Lleno de griales. Incomparable en el desierto
que rastrea su miedo en la arena.
Que encuentra a los culpables
en los medanos.

En todas las enredaderas.
Sobre todo de aquellas que dejan florecer
un color y el color deja florecer a los pètalos.
Asi sabemos que algo ha pasado.
Y afirmamos que no sòlo la religiòn da vida 
a los montes o papeles.
Que la idiosincracia es quien desprende frente
al olmo un dagerrotipo, no, la idiosincracia
es una composiciòn mimètica frente
al agua.

Cuando sabemos de parques llenos
de pergolas y pasamos nuestra mano por 
el suelo para ver si en algùn lugar la superficie
del cemento la eleva.

Y efectivamente es asi. Y todo en ella
es lacustre.


Guillermo paredes mattos




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