miércoles, 2 de octubre de 2013

La Experiencia del Logos





Tengo una vista previa del sol; un jinete.
El jadeo en el sonido que separa los objetos.
Tal jadeo es extraño, medieval a veces,
coloquial como una laguna o el manantial
que vuelve con una herida magnetica
donde se agita un preludio.

Tambièn un planear lleno de tròpicos.
La experiencia de la luz en el agua.
La experiencia de esa luz hasta llegar al sìmbolo.
Yo vì un hombre que seguìa ese camino
debajo de los peces, lo llamè por su
nombre mientras el mar me ignoraba.
Deduje que entre ese llamado
y el desprecio del mar 
encontrarìa otro sonido.

El dialecto del tròpico, pues deberìa
conducirlo al idioma.

Se trataba de examinar el universo desde 
el corazòn de una palabra.
Se trataba de vibrar en èl con el
instante del verso.

En esa ontologìa, sì entendemos cosas opuestas,
ellas deben ser sumergidas en un libro. Esa
es la ùnica forma de enterrarnos
en su espìritu para develarlo.

Pero sobre develar, el universo que
forma un pergamino es una 
marea.

Sòlo debes buscar la resaca que lo
devuelve al oceano una noche.

Sòlo ver la figura que 
se aleja en ello
y grabarla.

No es un poder, es sòlo un derecho.

Sòlo basta cerrar los ojos:
nos pertenece ahora.


Guillermo Paredes Mattos

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