jueves, 17 de octubre de 2013
Temperatura de los Triàngulos
Duerme la clarinada.
Hasta dònde sè, recitò un poema.
Como gran paladìn no puede
acompañarnos.
Pero seamos indispensables.
Doblar las rodillas en nuestro interior
llegarìa a ser imperioso. El tiempo
con que lo conjugamos
es otra forma de afirmarlo, pero ello
sucederà entre nieblas
allì inauguraremos una letra para el
corazòn. No hay màs techo en ella,
no hay otro gigante.
Creò la trompeta
la angustia en ese poema,
su disturbio de burdel y velocimetro.
Su absoluta temperatura
de triàngulos.
Su prostibulo en el pubis
de los aires.
Yo no fuì aneroide, pero logrè verlo.
Sabemos todo ello, màs no
entramos al ritmo y el vibrar
de sus sentencias.
Diariamente nos ensangrientan
con sus labios, pero
no los desafiamos.
Guillermo Paredes Mattos
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