lunes, 21 de octubre de 2013
Extravìo
El oceano diseña otras cosas.
Las olas nos distraen mientras ello sucede.
La cresta, el regreso a si mismo unido al canto
de la marea. Aprende hasta reconocer objetos,
materiales de acuario y moluscos, sobretodos de hipocampos
y màstiles modernos entre proas y gavieros.
Puede convertirse en nebulosa, tambièn en leproso
-esto proviene de su amor por los barcos-
en balaustrada al final de su horizonte
- como si el horizonte acabara-
en lampo de sed junto a los muelles;
un espigòn antiguo doblàndose en la carta del
gitano, en territorio de esferas aprisionando
la espuma entre acuaticas cenizas.
Elabora preludios
evolucionando al criterio
de una caracola desgastada por un alba de
lanzas y antorchas, donde los yelmos son evanescentes,
intentando describir lo absoluto.
Mirada de otro espinazo y reglas de sueño
donde la conciencia despierta
porque mas allà de sus agua se despiden
de nosotros otras cosas.
El mar se dedica a ellas.
Este texto podrìa ser una prueba en ese sentido.
He cruzado por sus palabras, he sido errante
a partir de sus olas y sòlo he tocado
una lengua de èl
una resaca,
algùn recuerdo de navìo. Totalmente
distraido por sus olas, dediquè mi conciencia
a buscar en su extravìo.
Paralelamente el mar diseñaba.
Paralelamente el mar encontrò lo que
buscaba.
Guillermo Paredes Mattos
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