jueves, 31 de octubre de 2013
El Trance del Amperio
No era destino en la cultura
reverdecer en lienzos
de amperios
donde
las liebres predicaban sus
trances.
Ni era prestidigitaciòn del
oido, azulàndose en las
citaras del alamar
elegidas
por una ceniza
o su red de
carteles, donde la tradiciòn
del hecho sensualizaba
una cavidad en el oido;
una como
la fragata digamos.
Tampoco mi condiciòn de acido,
de inundaciòn o ventana
de azogue,
donde escribì que un desembarco
es el libro o la uva felina
del animal
sin adjetivos.
Un animal de alambres
despuntando a la noche con una
faena.
Con un tartaro de academias
balleneras como el sol
o sus misticos.
Tisico y escencialmente
rodeado de cadenas
antes que el apocalipsis
frotara un arpòn
junto al jardìn donde
sòlo los patios
brotaban.
Millones de patios
eran; todos
embarrados
de silencio.
Y atravesados de
espinas y
cardos.
Guillermo Paredes Mattos
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