jueves, 24 de octubre de 2013

El Violeta de los Lampos






Atiborrar la intemperie,
vivir entre ciclopes.

Naturalizar un dìa en ellos.

Naturalizar es verbar; rapto
de algo misterioso un instante.

Pero eso es linguistico, por ende
hay que intentar ser poeta.

Y en esa intenciòn;
un poeta leyendo
en un gallo. Un poeta igual
al barco de arena que sube
al polen, buscando
el corazòn del estambre.

Nosotros que creìamos que
el infinito era sòlo inspiraciòn.

Que estàbamos seguros de
la eternidad como un saludo
a la tarde.

Que desconocìamos  pero a la 
vez ideabamos, con tripulaciones
sin amor ni energìa sepultadas
por un cosmos.

Admiràndonos sòlo de embriones.

Del caballo que dejamos precipitar
sobre el idilio del palacio
con reflejos de identidad y algunas
garuas.

Allì ansiamos los violetas.

Violetas dividiendose como 
un artificio sin serlo.

Tomando epifanìas literales
hasta ser indefinibles.

Como lo incomparable y
su evidencia.

Como su trama de yesca
incomparable.

Cuando te toca definir el
lampo.


Guillermo Paredes Mattos





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