viernes, 26 de agosto de 2016
Reliquias
Pienso junto a una reliquia. La tarde ha
sido abandonada en el jardìn que ahora miro.
Sobre ella hay una hoja. Màs allà los crotos
iluminan un mundo perdido.
Se forman lunares. Dìas rojos donde
la naturaleza muerde la carne. Las historias
empiezan a esparcir su corazòn en el
follaje, llevando un otoño violeta.
Pero la reliquia es celeste. Tiene sienes
y ademàs organiza naracciones de caracoles.
Por momentos adquire la imagen de un
suburbio en las esquinas, llena de
extrañas ondulaciones y
vertigos.
Pienso en una reluiqia y una bujula.
En las anclas del trigo lejos de una jaula.
En los voceos de los antepasados en una palmera
de leche.
En aquella tan versatil dentro de los elixires.
En los cuadros de la linfa junto a una expresiòn de
silabas, agolpadas entre bocanadas.
En los cadaveres que aguardan sus relojes mietras
los jabailes florecen o recogen las bengalas de
sus cicatrices.
En el lirio y el helecho, en la situaciòn de la
aguja en un trapezoide, cuando las
lineas descubren y muerden las alegorias
cifradas en los puntos de las curvas,
apostadas como fiebres, igual
que en los molinos.
Pienso en los frutos de las helices.
En los brillos abiertos de los màs liricos herviboros.
Junto a dormitorios de gaviotas rosadas
como el pelo.
En el infinito donde las bodas del aire pertenecen a
un limòn.
En la percusiòn y las escencias del tiempo con
universos de color en una pagina. Junto a un imàn
y las raices del verano en un prologo.
Pienso en una reliquia.
En sus idiomas con naturalezas de morteros.
En sus perdigones donde la ilusiòn de la tarde se
va convirtiendo en un prismatico.
Silencioso y dogmatico, como un heliotropo.
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