miércoles, 3 de agosto de 2016
Lecho de Libelulas
Hace mucho que no camino hacia alguien o hacia algo.
Que no elijo el otro elefante, la otra libertad, el otro mundo.
Hace mucho que no miro en el cielo un alfiler y bajo el mismo,
observo las cosas que se iluminan develadas por gramofonos.
Que no puedo escribir de logias ni de quenas.
Que no encuentro el sentido de las arpas entre la hojarasca
o los tèmpanos que duermen como andenes.
Que mi imposibilidad de decir una palabra se ha hecho mas
diminuta aùn que sus espacios en el
tiempo, cuando las dimensiones entretejen estelas de adioses
y mareas que cuelgan por un instante en sus gotas de
agua, un prototipo. Una caverna. Una cera de trapo o algodòn
que la lucidez por un instante compara con el salitre.
Hace mucho que no salgo a pasear con mis dequeismos y tropos.
Que los objetos se mueven igual que silogismos en la
construcciòn del lenguaje. -claro està en horas de lògica-
Que no escribo igual a los conceptos cuando deben definir una
avenida llena de buzos y paracaidas.
Hace mucho -casi a diario- que regreso del agua con una
cascara y los movimientos se encuentran en la orilla, donde sòlo
el oceano ofrece a todas las formas del aire sus relieves.
Hace mucho que sòlo las venas y sus caos y armonìas tan
cerca del hilo de una liebre. Hace casi tanto, que puedo
remontarme al ejemplo diario en que mis supersticiones
indican el lado elemental de un fractal, la opiniòn a punto de
conmoverse de cualquier energìa. De todo estremecimiento.
Conducidos por dios o las armònicas a lechos los lechos
donde se separan o unen bandadas de libelulas.
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