jueves, 18 de agosto de 2016
El Nombre de Aire
El nombre de aire.
Antiguo como una palabra rodeada de espejos.
Liberado de una calle con imagenes opuestas a
un astro. Profeta de ninguna efigie.
Sus eventos son de petroleo.
De dìas de cefiros y polen buscando una liana
en el cemento. En los oscuros manantiales de brea
donde escarba el aliento, donde los respiros
se secan. Donde la noche cae como
un maravilloso espejismo
dotado de sienes.
El nombre es de aire, pero si acaricias su silueta
hay bandadas de pàjaros. Hordas de espadas.
Mamiferos que algun dìa inventaron el halo.
Las puestas del eter.
La percusiòn de un sofisma con gaitas
de aceite.
Linternas de vidrio ahora que recitan los
muelles entre los artefactos, esas paradojas
donde el devenir traslada su continuidad.
Linternas que veràn algun dìa el sonido
de las campanas entre los sudarios
con monederos rosados llenos de arañas.
De epitafios.
De estelas por donde el viento escribe en sus
latigos.
De aluminios tallados por una cinta de cobre.
Por una luz que asila pedazos de bronce
en un himno muy cercano
con raices de lluvia
y sangre.
De aire.
Por èl han caminado los proceres y las ovejas.
En sus lagunas los sacerdotes han sido alimentados
por helices.
Por alguna monotonìa hecha de arena
y desprecio.
Por alguna hoja que describe un tambor por la
tarde ebria de helio.
De puntos en los eslabones semejantes a un
pendiente que cruza los bosques.
El nombre es de aire.
Buscando perpetuamente el corazòn de
las brùjulas.
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