sábado, 13 de agosto de 2016

El Sonido Fìsico





Comprendo de alguna manera el casco
sobre la hipotenusa. El forma del oceano sobre
el agua. La llegada al sol con una lengua de
fuego. 

Lo comprendo hasta la llegada a un rìo lleno
de solitarias cadencias con un parpado. Un parpado
que algùn tiempo era mas cercano a la lluvia ya
que ella significaba una escena de 
la naturaleza.
Un simulacro del hierro en las aspas.
Una continuidad llena de mercurio en una elipse.

Y en esa comprensiòn que toca un arpa.
En esa comprensiòn que se acerca al violìn con
una tarea de heliotropos, vuelvo a ver al
jaguar absorvierndo el nectar de un 
otoño lleno de nucleos y
patriarcas.

Un otoño lleno de nucleos y patriarcas formando
estandartes y artropodos. 

Un otoño clasificando mamiferos en los huertos
de una iridiscencia, donde habìan puntos
de psicodelias y extrañas embajadas 
de goma.

Otoño colmado de àngulos para que los liquenes
puedan leer en los periodicos.

Otoño de armatostes como el polen en la 
direcciòn de las estalactitas.

Comprendo de alguna manera el casco sobre
la hipotenusa, el tejado sobre el gozne, el color de
una rima entre los semidioses, hundiendo sus
lianas en las flores de los circulos.

Comprendo ese sonido de una gaita vociferando
en puestos de azulejos, ensimismados ante
cualquier extraña individualidad 
formada por la naturaleza
llena de yelmos y
acorazados al servicio del plactòn y la fotosintesis.

Comprendo todas sus transfiguraciones.

Sobre todo aquellas con violines apostados en las
escamas.

Sobre todo las que llevaban el presentimiento
alojado en un rìo.

Puedo ver el sonido de los manantiales igual que
algo fisico en las trasciendas del espacio.

El rigor de las mismas junto a envergaduras
de helio.

De aceite cruzando las praderas.

De universo que se elevan en èl lleno de topicos.

De tornasoles que arriban a una bicicleta.

A un madero polar y escarlata.

Donde las raices de los àrboles no dejan cada
amanecer de disecarse.









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