miércoles, 6 de agosto de 2014
Husar del Mar
Habìa oido al mar.
Poseìa ramas igual que cualquier alamo.
A veces era distancia.
Resplandecìa en las lagunas porque en ellas
se sigue batiendo alguna de sus formas primitivas.
Habìa visto su viaje de adviento
entre la palastilina. Los dìas pasaban y escuchaba en
ese mar una palabra de muselina y fiebre, el comportamiento
de una rotaciòn cretacea.
En ese tiempo
los dinosaurios no escribìa poemas
pero conocìan los lienzos y las curvaturas, la brisa que
hay en un homònimo. La civilizaciòn donde los ciegueñales
se buscaban diluvianos, entre gnosticos
acromiones.
Se dilataba entre atmosferas sin gravedad y señales de
helechos tal oceano. Limpiaba el aire de
inmensas serpentinas; con frecuencia de onirismo.
ambièn como ese mar
pienso que hay regiones cual presagios
que indican sin fascinaciòn
a què noche pertenece el cardumen. El sino de
una escollera bañada por el devenir y el simbolo.
Un primer simbolo hermetico en ese mar
buscando un ente
un sol proposicional de cuadrigero.
Un solitario husar sin generaciones.
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