viernes, 29 de agosto de 2014
Alegorìa
Existe un libro que circular se balancea.
Por regla un balanceo no es circular, està bien.
Un balanceo -digamos- es menguante en relaciòn
a su devenir y las pedagogìas.
Pero este es un libro que se une al vuelo y no hipnotiza.
Tiene un planear como elipsis.
Heliotropo de apariencia psicodèlica
sobre un paìs de frìo.
Estalactita de una playa de cardumenes
sobre los antepasados.
Barco de agua que se deshace sobre
una flor de nieve.
No es siempre hiperbolico, pero es extremadamente
azul o hereroclitico en una uva de leche.
En un pièlago que monta heridas
en el juicio.
En aquellos prolegòmenos que juntan cosas vacìas
desde el màntico lado de la alegorìa.
- hago ènfasis en lo màntico-
He abierto sus ojos para que su prologo logre
desprenderse del titulo.
He buscado en sus rectas casi sin desvanecerme.
Fuì autoritario en sus algas como los cometas.
Lo busquè en sus diàsporas o los contenidos
que sublimaran sus riesgos.
Lo anhelè como una constelaciòn de miel que
desciende de contenedores.
No pude jamàs dibujarlo con la lìnea que existe
entre los cataclismos.
No narra historias de epilogos como todos los
que alguna vez leemos.
No se divide en capìtulos. No puede ser interpretado
entre fragmentos.
Puede ser intuido si lo llevamos a las estructuras que
nos ofrecen las anagogìas.
Quizà haya algo mistico en sus pasos.
Quizà no haya nada por ello es que me habla por
periodos.
Por periodos donde sus lineas se desangran, en el
color de las rayas de una cebra.
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