viernes, 8 de agosto de 2014

Poesìa





El pensamiento huye del mar.
Del transfondo y el sueño donde se apila
el aire de manera religiosa. Semejante a una estilizaciòn.
A la sombra del crucifijo en la amalgama. A la ediciòn
de una nota particular en los muelles
que derivamos hacia la cota lejana de un horizonte
cultivado por el barro.

La multiplicidad insinua astros erògenos. Profugas
alegorìas del rìo e incluso un planeta lleva en sus fronteras
luces de ortigas. Subrepticios incienzos
infinitos.

Enlaza un fruto el paradero del manantial
a una calle. Los forasteros son
brillos o soplos con opciòn a un paciente
o el solo del amanecer en mi craneo
sin ninguna versatilidad de cirugìa ni transito
del redil a una manada

Menciono en una enciclopedia.
Comprendo al hacerlo el cronograma del helio.
El invàlido tamaño de la historia es mìo
en menor medida que la magnitud.

Dejo a la carne dilatada en esa humedad
que trepana el hierro y buhardillas
entre idilicos nombres. Desato aquel que se
extiende en un lunar con el presentimiento
disfrazado de camino.

Y entre criaturas de agua
algo desenfrenado y vacìo se ciñe sobrenatural
entre su propia percusion.







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