viernes, 15 de agosto de 2014

La Casa de la Làmpara







La casa en esta lampara es pequeña.
Sus puertas son de arroz. El agua que cae
de sus caños es de aceite. El polen ha crecido
tanto en su interior que ha adquirido conciencia.
Lo ùltimo es inevitable.

Todo en ella hace tiempo anunciaba necesidad
pero hoy es un poder màs silencioso, tomando cada
amanecer las distintas rutas que toman los veleros. En
ello èsta casa es como el texto. Sòlo en ello.

Algo muy peculiar sucede cuando la miro. De inmediato
pienso en ferrocarriles, en invisibles corbetas donde 
la sensibilidad parecìa ceder a los plàsticos. Al pensar
en ella, termino definiendome como esquimal o plantigrado,
tàlamo de arena. Prolongaciòn marginal pero sòlo de mì mismo.
Situaciòn de una hoja que adquiriò entre silogismos de calamina
aquel que dedujo el jazmìn entre la porcelana.

He vivido en esta casa. En ella hay algunos libros y cuadernos
por donde escribiràn los rieles cada noche. He vivido melancolica 
e  intensamente en ella, a veces mirè con desesperaciòn sus paredes
a veces -como hoy- sòlo es indispensable preguntarme porque en esos
rieles la poesìa intentò irisarse como si fuera un milagro.

He vivido en esta casa. Esperaba igual a lo silencioso esa oraciòn que traza
diariamente un tajo en el viento. Una que me dijera lo que yo en 
lo màs intimo del barro de esta casa esperaba:

" Para existir no necesito una làmpara"








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