lunes, 4 de agosto de 2014
Canto
El estambre duerme sobre una brisa de cobre.
Es florido el apogeo del manantial en
un estadio, tomo aquel antes
de una balada
ensortijada en el estrepito
y asomándose a una
cumbre descolorida.
La piel desaparece entre pàginas de lluvia
disecandose como un aliento. Preparo el agua
para un anochecer de sentidos. Alguno me dirà
en qué parte la silueta es de orbes.
Fiebres de polos
marcando lo austral y látigos
como la aurora reciben el soplo
de ese anden llamado granito
de esa esquina llamada conjunciòn,
en ésta, planos de hombres y cemento
vuelven a ser dimensionados.
Los horizontes nos hablan como desde una
voz escondida, citada por el arte.
Los libros son tempestades de un
adolescente con los grillos enamorado
de las sienes.
Desde ella no he de desbordarme estrúcturan
las sienes. No como un pensamiento.
Sólo lo hará en amaneceres con ese mismo
pensamiento una idea.
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