miércoles, 27 de agosto de 2014

El Pleistoceno de la Aguja






A veces he vivido en mi pelo.

He construido sentencias para rasgos que
tenìa mi craneo -no siempre los tiene en realidad- Y a 
pesar que sòlo definì los objetos en relaciòn a campamentos
puedo escribir que he vivido en mi pelo. Lo ùltimo es
una total incongruencia y es lo que el lenguaje
como todo animal a veces debe crear.

Cosas muy curiosas y extrañas suceden en mi pelo.
Existen -por ejemplo- cosas linguisticas referentes al oceano
todas creadas por mustèlidos.

Diferencias tan escatològicas entre la lluvia y el agua
cuando caen en mi pelo, hay.

Puedo decir que al caer la lluvia deja de ser
agua porque en los cabellos ambas se transforman.

He vivido y vivo octogonàlmente en mis cabellos.
Lleguè a creer en ellos como un paisaje ilimitado y pantanoso
donde veladamente renacìa en el alba un pleistoceno de 
aguja. Un pleistoceno ademàs dialèctico. Lleno de
secuencias y citas. Uno noètico.

Secuencias como la del matìz al actuar.
Citas exclusivamente materiales como ninguna transparencia
o un aniversario en la energìa...por decir.

Al margen de mi pelo, he vivido tambièn en mi cuello.
Los paisajes aqui se extendieron formando
un minusculo brìo expresionista; libros
terrenales; nucleos donde una matinèe es acompañada
de bodegones. 

He vivido en mi pelo de manera expansionista.
Sobre èl cayeron lluvias y oceanos formando hectareas
de oceanos. Cedì a los instrumentos y al atomismo
del acido en la vereda. El acido que llena de 
antorchas una abstraccion, un fìn de 
los intentinos, un viaje de todo
corazòn a los nervios de
manera lògica.

Y rigurosa, como la lluvia guiada por el agua
al caer en mi pelo.








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