martes, 5 de agosto de 2014
Cotidaneidad
Hoy irè por los relojes.
Caminarè tranquilo sin un papel en la
piel.
Oirè las bocinas. Vagarè industrial.
Tendrè al mar como una visiòn que
jamàs termina de extenderse.
Intentarè buscar entre sus pensamientos.
Me animarè a idear alguno.
Uno que siga creyendo en la tierra como
una ceniza.
Un pensamiento que deje de dormir entre
las alambradas.
Que aprenda a escribir con sus espinas
como lo hace la vida.
Un pensamiento con el destierro que tienen
las cosas.
Con sus suburbios, sus animales.
Que complete la hora del mal con la misma
desesperacion que completa un instante de belleza.
Hoy serè un forastero.
E irè por los oidos porque allì
son selladas las suertes de los manantiales
y existe un sabor de irrepetible polietileno cuando
sucede. Hoy sòlo intentarè ver la mirada
del vacìo cuando catapulta su vacìo.
Cuando lanza a los bordes
eso que se agita entre las serpentinas con
el tacto aleatorio de rojos paises
en la continuidad o
o los leñadores donde vibran las
màs ajenas colinas.
Hoy tensarè mi vacìo.
Me sentarè en las pautas o anhelidos
porque es posible que desde ellos pueda
ser tensado como lo hice nunca
y esa tarea de logistica personal
con un laboratorio
tendrà que mostrarme que clase de
dìa es el que deja atras el arpegio
cuando es siseo hermafrodita
al talar el agua.
Hoy atravesarè eso que queda de nosotros
en una fragua. Y al hacerlo
me dejarè engañar una vez màs por la
tristeza, su sabor salado me dirà que los objetos
no son sòlo una reliquia
o la quimica de la cosmovisiòn
entre los planetarios. Tal sabor debe equlibrarme
nuevamente en el cuello
de una jirafa. O en el torpor
de la libelula
cuando empieza un safari.
Hoy buscarè un pensamiento.
Me convertirè en aprendiz por ello.
Escencia de los dìas paganos y lucidos que
siempre quedan bajo las estalactitas.
Y tal pensamiento no brotarà de una invitaciòn
a los cometas, una que
logre tocar un suburbio con los rìos que
exhiben en los rostros sus animales,
porque no logra tocarla.
Hoy irè con los pequeños precipicios
que logra ofrecer un helicoptero.
Hoy describirè las cintas.
Los oleoductos y la x de una tijera al cortar
una uva.
Y en ese pensamiento creerè que una laguna
es solamente un exhalo.
Y las orillas en donde nos sentamos para
beber de ella, nuestro crimen.
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