lunes, 27 de marzo de 2017
Los Nudos de Fuego
Uno no sabe. El viento apartandose de las tijeras
eleva una cronica llena de repertorios.
Los mandarines caminan por trapecios de luz
con un himno que en el amanecer transforma los cuchillos
entre las palabras.
La miseria rastrea el perfume de aquello que parece
inaudito.
Tù caminas por las guitarras con una memoria.
Tù despliegas un plano forense y clinico en las citaras.
Pero ello no es importante.
Lacteas paredes tejen eclipses de barro.
Entre las bovedas un arco de pus fija su heliotropo.
Coordenadas de silos avanzan entre temporadas
de crestas arrancadas a las olas.
La naturaleza se fermenta en una equidistancia
donde el caos empuja uno de los nombres.
Cùal de ellos serà se preguntan los àrboles.
Cùal de ellos ahora que los bosques se alimentan
del misterio y andanadas de trigo.
Uno no sabe. Nadie sabe. Yo no creo en la obra de las
pupilas ya que existen cosas ajenas y amarillas que
palidecen, que buscan los craneos en la hora del
almuerzo y llevan cuantificadores, algo asi
como quien explica el musgo a base
de follajes donde escribe un antilope.
Eso es algo que puedo comprender.
Caminar con ello hasta las puertas de un poema pero
nada màs.
Las cosas atraviesan solas ese paraje que es el
limite para los ojos y la carne.
Y tambièn para aquel que desenreda nudos de
fuego entre los tallos.
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