martes, 14 de marzo de 2017
Los Arboles Rojoa
Los àrboles son rojos.
Describen alguna cupula por la tarde. La cupula
proviene de los eslabones.
Los àrboles son rojos y trascienden en un diminuto
espacio. Lo mismo està sucediendo entre
los collares. Los nùmeros vuelven a lo
primitivo con un fleco.
El silencio se desvanece en las ramas regado por el
resplandor de una cascara. Es distante el eco de algun metabolismo
ascendiendo por el vientre hacia las sienes.
Los ecos sueñan entre huesos alejados del sol, los ecos
orientados hacia un lecho de ambar con mareas
de aluminio.
Alguien recorre la hojarasca que precede a aquellas palabras
que un poema encontrò en los muros. Eran palabras
rodeadas de purpura.
La coherencia describe el agua en una aguja.
En una librerìa duermen los osos con sus interrogantes grises.
Los barcos llevan epicentros a los alambres.
Teorìas de preludios se desprenden sobre las sinagogas
y en un rigor que es astral, los astros desgarran
los hilos de una manzana.
Es extraño el satèlite. Su orbita cubierta ahora por
pupilas. Por un lampo de carne en una gota que habla del
diluvio. El manuscrito evoca sus anillos. Sus àngulos
llenos de plasma.
Los mentones descifran menguantes.
Los navìos son alejados de las apariencia igual que
un reloj del espacio.
Sin embargo es inutil.
Un reloj siempre se encuentra en el espacio. En los
castillos azules de la carne.
Midiendo el tiempo.
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