sábado, 11 de marzo de 2017

De Alguna Manera






Las palabras pertenecieron en un principio
a los solidos. De alguna manera descendieron desde ellos
a los hombres. 

Las palabras descendieron guiadas por catedrales e ideografìas.
Entre contenidos de plomo que por lo general eran
de goma.

Eligieron el peso y las contradicciones.
El verso de una lengua en el invierno, rodeada de
alquimias y ladridos. De fanales.

Se solidificaron en la arena.

Eligieron el mar con algunos escrùpulos.

Las palabras llegaron a la igualdad. Guardaron bacilicas
en sus yemas. Anunciaron epistolarios donde
las vanguardias tenìan el sabor del cartòn
y el aceite.

Ascendieron nuevamente a si mismas sin redenciòn alguna.
Escupieron en los hocicos y vellocinos de las
reencarnaciones mientras la espuma completaba el origen
de un pseudònimo en la fantasìa.

Llegaron a la esquina de una lupa donde giraban placas tectonicas.
Incursionaron en los epicentros.
En los megàfonos encendidos por la noche en una flor.
En los paises donde las habitaciones llegan
con proyecciones rosadas de fe.

Las palabras pertenecieron en un principio a los solidos.
Siguieron a la religiòn segùn la politica de los elefantes.
Destruyeron la distancia desde un acantilado porque ello era
imposible.

Las palabras caminaron por las epifanìas, pero no tanto.
Llenaron de bloques congenitos las alegorìas.
Conjugaron hormigas y flotas marrones de petroleo.

Las palabras descendieron desde los solidos
a los hombres.

De alguna manera entre esos hombres encontraron 
el camino al espìritu.




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